Doctrina: Sanidad Divina

DOCTRINA DE LA SANIDAD DIVINA

por: Martha Aduviri
SEMTAD-ELALTO: La Paz – Bolivia, 2005


INTRODUCCIÓN
LA SANIDAD EN LA IGLESIA PRIMITIVA
LA SANIDAD EN LA ACTUALIDAD
LA ENFERMEDAD Y LA MUERTE HAN DESCENDIDO
CRISTO FUE HECHO MALDICIÓN POR NOSOTROS
LOS BENEFICIOS DE LA EXPIACIÓN
ÚNICAMENTE POR LA FE
DIOS QUIERE SANAR A TODOS LOS ENFERMOS
SANIDAD DIVINA
LAS ÚLTIMAS PALABRAS DEL SEÑOR JESÚS


INTRODUCCIÓN

La sanidad divina es una necesidad par la humanidad. Las escrituras demuestran en Santiago 5:14 – 15 y Marcos 6:13 al Señor Jesús en su ministerio terrenal aplicó sanando a los necesitados de diversas enfermedades y luego delegó a sus apóstoles a todos los creyentes.

La obra de Cristo. Según Is. 53:4 – 5, el Mesías llevó nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores, y por sus llagas fuimos nosotros curados. Un primer cumplimiento de esta profecía estuvo en el ministerio de sanidad del Señor en Palestina (Mt. 8: 16 – 17). Sus milagros de todo tipo fueron la señal de su victoria sobre el mal y sobre la muerte, además de la prueba deslumbrante de su propia divinidad. Pero fue sobre la cruz que llevó nuestro pecado, con todas sus consecuencias físicas y morales; es allí que consiguió para nosotros la redención total del alma y cuerpo.

Por ello, cuidémonos de no caer en confusiones acerca de estos extremos. Habiendo quedado expiado el pecado, Dios da a todos los que creen el perdón y el nuevo nacimiento espiritual. Pero la “redención del cuerpo”, su transformación gloriosa en resurrección para los muertos en Cristo, o en vida para los que vivan a su venida, es todavía futura (Ro. 8:23). Al esperar esto, “gemimos dentro de nosotros mismos”, ya que, aunque “el (hombre) interior se renueva de día en día”, “éste nuestro hombre exterior se va desgastando”. Nuestro cuerpo es un tabernáculo perecedero dentro del cual “gemimos con angustia”, así, no es correcto decir, como algunos lo afirman, que “por la expiación de la cruz quedó de inmediato conseguida la sanidad de todas nuestras enfermedades desde hoy; que no se puede estar enfermo si se anda cerca de Dios; que el Señor no tiene otra voluntad que la de sanar, y que es ofenderle el decirle: Señor, sáname si tú quieres”.por cuanto nuestro cuerpo envejece y que un día tendremos que abandonar , no nos sorprende ver el 2 R. 13:14: “Estaba Eliseo enfermo dela enfermedad de que murió”. Además de Job, las Escrituras nos muestran a otros creyentes que andaban muy cerca de Dios, y no bastante padeciendo enfermedades: Pablo, que no fue liberado e su aguijón en la carne (2 Co. 12:7 – 9); Timoteo, que sufría constantemente del estómago (1 Ti. 5:23); Trófimo, que fue dejado enfermo por Pablo en Mileto (2 Ti. 4: 20).

LA SANIDAD EN LA IGLESIA PRIMITIVA

Cristo, evidentemente, tenía el poder de sanar al enfermo que fuera, y los Evangelios informan de 26 casos de curaciones individuales, y da 10 ejemplos de curaciones colectivas; en 7 ocasiones, se da la precisión de que Jesús sanó a todos los enfermos (Mt. 8:16; 9:35; 12:15; 14:36; Lc. 4:40; 6:18 – 19:11). A los apóstoles, les dio el poder de sanar toda enfermedad y toda dolencia, ordenándoles también resucitar a los muertos, y limpiar a los leprosos (Mt. 10:1, 8). Los apóstoles, así, también llevaron a cabo milagros señalados (cp. Hch. 5.15; 9:40; 19:11 – 12; 20:9 – 12), que eran indispensables para acreditar el Evangelio y la naciente Iglesia; por su ministerio, a semejanza de Cristo, todos eran sanados (5:16). Aquí podemos constatar que este don absoluto de sanidad manifestado en los evangelios y en Hechos no tiene lugar en la actualidad.

No hemos visto ni conocido a nadie en nuestro tiempo que dé sanidad a todos los enfermos que vayan a él (sin hablar de resurrecciones y de curaciones de leprosos). Señalemos también que todas las curaciones bíblicas son instantáneas (incluyendo la de Mr. 8:22 – 25, que tuvo lugar en dos etapas bien definidas), en tanto que en la actualidad muchos de los enfermos se hacen imponer las mano durante mucho tiempo, o periódicamente , con la esperanza de una mejora de su caso. Mucho se habla de los milagros de Lourdes; sin embargo, las estadísticas indican que de 1939 a 1950 ha habido solamente 15 curaciones, o sea alrededor de 1 por año y por millón de peregrinos.

LA SANIDAD EN LA ACTUALIDAD

Ningún cristiano duda que Dios pueda sanar hoy como en el pasado. La cuestión es saber en base del NT sí es su voluntad, y cómo. ¿Qué debe hacer el cristiano en caso de enfermedad? Santiago da una clara respuesta acerca de este tema (5:14 – 16). El enfermo es llamado a que se examine a sí mismo.

Desde la época de los apóstoles hasta nuestros días han existido personas que han confiado implícitamente en el Señor Jesús par la sanidad de sus cuerpos, y allí donde ha habido fe, se han operdo milagros en el nombre del Señor Jesús, semejantes ellos que se registran en las páginas sagradas del Nuevo Testamento.

Hacia fines del siglo pasado unos cuantos creyente, cual luminarias en la noche, predicaron y atestiguaron con respecto la gracia sanadora del Señor Jesucristo, pero no fue sino hasta después del derramamiento del Espíritu Santo en este siglo, que el número de testigos fue lo suficientemente grade como para atraer la atención del público en general. Durante el decenio pasado la sanidad divina ocupó un lugar de preponderancia, y por cada uno que creía en dicha doctrina hace medio siglo, son males los que creen en ella en la actualidad.

Los creyentes Pentecostales aceptan por unanimidad la doctrina de la sanidad divina, y casi todos ellos la han experimentado y muchos que no son pentecostales creen, sin embargo en la sanidad divina de los enfermos mediante la oración de fe, y se suscribirán sin vacilación a las siguientes proposiciones.

LA ENFERMEDAD Y LA MUERTE HAN DESCENDIDO

Sobre la familia humana debido al pecado. “Por consiguiente, vino la reconciliación por uno, así como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, y la muerte así paso a todos los hombre, pues que todos pecaron.” Romanos 5:12.

Ni la enfermedad no la muerte son bendiciones, sino maldiciones permitidas por Dios sobre el hombre a consecuencia del pecado y la desobediencia. “y dijo: si oyeres atentamente la voz d Jehová tu Dios, e hicieron lo recto delante sus ojos, y dieron oídos a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de la que envié a los Egipcios te enviaré a ti; por que yo soy Jehová tu Sanador.”Exodo 15:26 (V. también Deuteronomio 28:15 – 68)

No es Dios, sino el diablo, el autor de la enfermedad y la muerte, mas Dios es el Autor de Dador de la vida y la salud, y el Señor Jesús vino para destruir las otras del diablo. Esto queda demostrado en el libro de Job y en otros muchos pasajes bíblicos. Por ejemplo: “cuanto a Jesús de Nazaret; cómo le ungió Dios de Espíritu Santo y de potencia; el cual anduvo haciendo bienes, y sanando a todos los oprimidos del diablo, porque Dios era con él.” Hechos 10:38.

“Y he aquí una mujer que tenía espíritu de enfermedad dieciocho años, y andaba agobiada, que en ninguna manera se podía enhestar. Y como Jesús la vió, llámela, y dijole: Mujer, libre eres de tu enfermedad. Y puso las manos sobre ella; y luego se enderezó, y glorificaba a Dios. Y respondiendo el príncipe de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese curado en sábado, dijo a la compañía: Seis días hay en que es necesario obra: en estos, pues, venid y sed curados, y no en días de sábado. Entonces el Señor le respondió, y dijo: Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en sábado su buey o su asno del pesebre, y lo lleva a beber? Y a esta hija de Abraham, que he aquí Satanás la había ligado dieciocho años, ¿no convino desatarla de esta ligadura en días de sábados? Y diciendo estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios: mas todo el pueblo se gozaba de3 todas las cosas gloriosas que eran por él hechas.” Lucas 13:11 – 17.

“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, el también participo de lo mismo, para destruir por la muerte al que tenia el imperio de la muerte, es a saber, al diablo, y libros a los que por el temor de al muerte estaban por toda la vida sujetos a servidumbre.” Hebreos 2: 14, 15.

“El que hace pecado, es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras de diablo” 1 Juan 3:8.

CRISTO FUE HECHO MALDICIÓN POR NOSOTROS

A fin de que quedáramos liberados de la maldición del pecado. “porque todos los que son de las obras de la ley, están bajo de maldición. Porque escribo está : Maldito todo aquel que no permaneciere en todas a las cosas que están escritas en el libro de la ley, parra hacerlas. Mas pro cuanto por la ley ninguno se justifica para con Dios, queda manifiesto: que el justo por la fe vivirá. La ley también no es de la fe; sino, el hombre que los hiciere, vivirá en ellos. Cristo no redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición: (porque está escrito: Maldito cualquiera que es colgado en madero:) para que la bendición de Abraham fuese sobre los gentiles en Cristo Jesús; para que pro la fe recibamos la promesa del Espíritu.” Gálatas 3:10 – 14.

En la expiación se establece una estipulación amplia para nuestra sanidad física, como así también para nuestra liberación de la culpabilidad, penalidad y poder del pecado. “Ciertamente llevó el nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, pro herido e Dios y abatido. Mas él herido fue pro nuestras rebeliones, molido por nuestro pecados: el castigo de nuestra paz sobre él; y pro su llaga fuimos nosotros curados.” Isaías 53:4, 5.

“Para que se cumpliese lo que fue dicho pro el profeta Isaías, que dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.” Mateo 8:17.

“El cual mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros siendo muertos a los pecados, vivamos a la justicia: por la herida del cual habéis sido sanados.” 1 Pedro 2:24.

LOS BENEFICIOS. DE LA EXPIACIONES OBTIENEN ÚNICAMENTE POR LA FE

Y se le otorgan al creyente sólo cuando éste se apropia de ellos paor la fe. En Marcos 10.51 el señor hace la siguiente pregunta: “¿qué quieren que te hago?” Y asimismo expresa: “Conforme a vuestra fe os sea hecho” Mateo 9:29.

La sanidad divina esparte integral del evangelio. “El Espíritu del Señor es sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres: me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón; para pregonar a los cautivos libertad, y a los ciegos vista; para poner en libertd a los quebrantados: para predicar el año agradable del Señor:” Lucas 4:18, 19.

“Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, hechad fuera demonios: de gracia recibisteis, dad de gracia”. Mateo 10:7, 8.

“Y sanad a los enfermos que en ella hubiere, y decidles: se ha llegado a vosotros el reino de Dios”. Lucas 10:9.

“Y les dijo: Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creyeren: en mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; quitarán serpientes, y se bebieren cosa mortífera, no les dañará; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. Y el Señor, después que les habló fue recibido arriba en el cielo, y sentase a la diestra de Dios. Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, obrando con ellos el Señor, y confirmando la palabra con las señales que se seguían. Amén”. Marcos 16:15-20.

DIOS QUIERE SANAR A TODOS LOS ENFERMOS

Pues se nos dice que tanto el Señor Jesús como los apóstoles sanaron a todos aquellos que se les acercaron solicitando la salud. “Y como fue ya tarde, trajeron a mucos endemoniados; y echó los demonios con la palabra, y sanó a todos los enfermos:” Mateo 8:16.

“Y por las manos de los apóstoles eran hechos muchos milagros y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón... Tanto que echaban los enfermos por las calles, y los ponían en camas y lechos, para que viniendo Pedro, a lo menos su sombra tocase a alguno de ellos. Y aún de las ciudades vecinas concurría multitud a Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; los cuales todos eran curados.” Hechos 5:12, 15, 16.

SANIDAD DIVINA

De la sanidad primero a los doce, luego a los sesenta, más tarde a toda la iglesia y finalmente a cada creyente en particular. Lea los textos mencionados bajo la proposición número siete. He aquí otro pasaje: “De cierto, de cierto os digo: el que en mí cree, las obras que yo hago también él las hará; y mayores que éstas hará; porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, esto haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.” Juan 14:12, 13.

LAS ÚLTIMAS PALABRAS DEL SEÑOR JESÚS

Antes de ascender al cielo, de acuerdo a Marcos 16:18, constituyen una promesa permanente relativa a su poder sanador. Dice así: “Sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.” Según las instrucciones finales dadas a los creyentes por intermedio de Santiago 5:14, éstos deben, cuando son atacados por la enfermedad, llamar “a los ancianos de la iglesia”, quienes deben ungirlos y orar por ellos. Luego añade la hermosa promesa que dice: “Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará”.

Ningún hombre, iglesia, rey o potentado tiene derecho alguno a revocar las órdenes del Señor. Apocalipsis 22:18, 19.
El señor Jesucristo sana a los enfermos en la actualidad. Toda vez que se cumplen sus mandatos, se manifiestan las obras extraordinarias del señor Jesús.

“Y en la misma hora sanó a muchos de enfermedades y plagas, y de espíritus malos; y a muchos ciegos dio vista. Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, dad las nuevas a Juan de lo que habéis visto y oído.

Bibliografía
Extracción del documento:
Pearlman, Myer. Teología Sistemática. Edit. Vida, Florida, 1989

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